13 mayo 2009

Gwineth Poltrow y Genpo Roshi


Hace tiempo, tenía un "enemigo" quien resultó bastante determinado a meterse conmigo. Esta persona realmente hacía lo que podía para herirme. Yo estaba muy molesta, estaba enfadada, yo sentía todas esas cosas que sientes cuando te das cuenta de que alguien que pensabas que te gustaba es venenoso y peligroso. Me refrenaba de contraatacar. Traté de tomar el camino más elevado. Pero un día oí que algo desafortunado y humillante le había ocurrido a esta persona. Y mi reacción fue un alivio profundo y... felicidad. Ahí se acabó el camino elevado. Así que, ¿por que´ nos gusta tanto oír algo malo acerca de alguien que no te gusta?¿o de alguien que TE gusta?¿o de alguien al que no CONOCES?. Una vez le pregunté al director de un periódico sensacionalista por qué todas las historias sobre una famosa pareja británica tenían un tono negativo. El me dijo que cunado los titulares eran positivos el periódico no vendía. ¿Por qué ocurre eso?¿Qué es lo que está mal en nosotros. Les pregunte a los sabios para hacer un poco de luz al respecto.
Aquí está, para lavar nuestras bocas con jabón...

Con Amor,

Gwineth.

Aquí está mi pregunta para ti, Genpo roshi:

Siento curiosidad acerca del concepto espiritual de "habla malvada" (hablar mal de otros) y acerca de por qué es tan común en nuestra cultura. ¿Por qué la gente se energiza cuando dicen o leen algo negativo sobre otra persona?¿Qué nos dice eso sobre donde están realmente esas personas?¿Cuales son la consecuencias de perpetuar la negatividad y el sentirse bien ante el sufrimiento de los demás?

El maestro Zen Dennis Genpo Merzel responde:

Desafortunadamente, decir o escuchar cosas negativas acerca de los otros no solo los daña a ellos, puede tener el efecto de solidificar y aumentar tu propio ego. La gratificación de hablar mal de alguien, o incluso de oír o leer tales palabras habladas por otros nos da la sensación de ser mejores que otros y nos da placer a costa de alguien.
En el Budismo Zen tenemos los Diez Preceptos Solemnes. Estos Diez Preceptos se agrupan en 3 categorías: cuerpo, habla y pensamiento. De estos diez, cuatro tienen que ver con el habla correcta, porque el habla negativa parece ser una de las trampas más importantes en las que caemos como seres humanos, y es muy perjudicial y afecta a nuestro karma.
Participar en el cotilleo y la difamación es un síntoma de lo inadecuados que nos sentimos. Si nos sintiéramos realmente completos, perfectos y adecuados- lo que es el estado despierto de la mente- no necesitaríamos caer en la trampa del habla negativa. Cuando vemos que nuestra propia naturaleza real no carece de nada, queremos en última instancia celebrar el éxito y el bienestar de otras personas. Cuando no vemos nuestra propia naturaleza real, erróneamente creemos que nuestro egocentrismo, lo que yo llamo el pequeño y limitado yo, es lo que realmente somos. No nos damos cuenta de nuestro Yo Verdadero, que trasciende el ego limitado y la Gran Mente sin limites.
Cuando vamos más allá de lo limitado y lo ilimitado y realizamos nuestro yo verdadero, podemos abrazar nuestro propio ego. Reconociendo que no podemos estar completamente libres del ego, ya no estamos en la negación del ego. En este punto, funcionamos desde un estado despierto de la mente que incluye y sin embargo trasciende el ego.
Normalmente caemos en la trampa o de tratar de librarnos del ego- lo cual es virtualmente imposible porque necesitamos un ego para funcionar- o de negar el ego y creer que carecemos de ego o de yo. Y eso todavía es ego. La clave es reconocer y ser consciente, porque solo reconociendo a través de la consciencia podemos realmente trascender el ego, lo que significa abrazar y sin embargo moverse más allá de nuestro egocentrismo.
Desde el punto de vista del Yo Verdadero, no mantenemos ninguna preferencia sobre el egocentrismo o la falta de ego. Esto es lo que significa incluir e ir más allá del yo. Tan pronto como preferimos uno sobre el otro, es el ego el que está funcionando.
Mientras el ego esté al mando, entonces nos deleitaremos en hablar mal de otros, dejarle mal o regocijarnos en sus desgracias porque no vemos que todos somos uno y conectados, que intrínsecamente yo soy tú y tú eres yo, que tu buena suerte es mi buena suerte y tu desgracia es mi desgracia.

Dennis Genpo Merzel


Publicado en el blog de Gwineth Poltrow www.goop.com.
Traducido por Alejandro Villar.

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